Después de años de experiencia en la gestión del riesgo de las personas en el ámbito laboral, con una historia de progresos notables, nuestras organizaciones están estancadas en cifras inasumibles para una sociedad avanzada. Con avances muy discretos o incluso retroceso en las cifras de siniestralidad.

Algunos, incluso, las califican como “las cifras de la vergüenza”.

 

No se trata solo de los casos más graves, sino del enorme coste de sufrimiento y coste económico que significan cualquiera que sea el nivel de gravedad, aparte de sus repercusiones legales.

Los costes de la no-seguridad son enormes, pudiendo hablar del 3% del PIB (Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo – “Inventory of socioeconomic costs of work accidents”; Luxemburgo, 2002).

Si hiciéramos una analogía, podríamos decir que la transposición a una empresa que factura 10M€ tiene un coste de siniestralidad de 300k€. Una cifra sobre la que cualquier pequeña mejora aplica directamente a las personas y a la cuenta de resultados de la empresa. ¡Como para plantear mejoras! Cualquier departamento que pudiera aportar una fracción de esta cifra sería fervientemente saludado.

Sin embargo, la inercia en las cifras, desde hace años, parece haber encontrado algún límite oculto. A pesar del esfuerzo y preparación de profesionales e inversiones, las mejoras no llegan.

Sistemas documentales, formaciones, campañas de divulgación, equipos y materiales parecen no ser suficientes para doblegar una curva de comportamiento asintótico.

Si los resultados son tan modestos y muchos se conforman en no empeorar, ¿por qué no probar soluciones disruptivas?

Ya es posible disponer de mecanismos que imponen el trabajo seguro. Y a partir de un objeto que todos llevamos en nuestro bolsillo: el smartphone.

Permite que te informemos y puedas probar las ventajas de los “Escenarios Seguros” en tu organización.

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